Favorecen las oportunidades de construir en conjunto. Se comparten valores como la confianza, el diálogo y el compromiso especialmente entre la persona con discapacidad, los familiares y los profesionales de apoyo. También entre diferentes servicios y/o diferentes organizaciones. Se plantean modelos de trabajo comunitarios que promueven comunidades más inclusivas y participativas para toda la ciudadanía. Las alianzas se tejen compartiendo valores y proyectos comunes a otras organizaciones sociales y culturales de la comunidad.

Es preciso revertir la tendencia de la cultura asistencial a sustituir a las personas en la toma de decisiones sobre su vida, y avanzar hacia sistemas de apoyo personalizados que maximicen las posibilidades de control por parte de las propias personas, sistemas que se guíen por ellas mismas, por su voluntad y sus preferencias. Se trata de la obtención de resultados personales y comunitarios significativos, de las oportunidades de relación y el establecimiento de vínculos enriquecedores y, en definitiva, de permanecer al servicio de la persona y su vida, promoviendo una comunidad amable con la diversidad humana. A nivel organizativo, los proveedores de apoyos debemos ir reconfigurando nuestro papel, debemos diseñar y construir servicios de apoyo en la comunidad que contribuyan a la participación e inclusión de las personas.